En la mayoría de entradas de este blog en las que abordamos la rama de la periodoncia, siempre lo hacemos desde un punto preventivo, porque, como cualquier otro profesional del sector de la salud, creemos que la prevención es el mejor tratamiento ante cualquier enfermedad, bucal o no. Sin embargo, también conviene y tiene sentido divulgar acerca de los pasos o procesos a seguir cuando esa línea ya ha sido rebasada y sufrimos de periodontitis avanzada. Es en ese caso cuando escucho:
¿Doctor, qué opciones tengo?
Las opciones difieren dependiendo de la fase en la que se encuentre la enfermedad, además de las características personales del paciente a nivel de hueso y otros factores que los periodoncistas evaluamos tal y como ya hablamos en este artículo. Una vez clasificado el paciente y sus necesidades, nos decantaremos por el tratamiento lo menos invasivo posible, siempre y cuando sea efectivo para su caso. Los tratamientos para la periodontitis pueden ser quirúrgicos o no quirúrgicos, y comenzaremos viendo estos últimos.
Raspados y curetajes
Denominados de forma común curetajes, este es uno de los tratamientos periodontales más básicos y de los pocos que no implican cirugía. Para que los pacientes nos entiendan, solemos compararlos con las limpiezas dentales comunes, aunque en realidad se trata de técnicas odontológicas diferentes. De hecho, los raspados los suele realizar un odontólogo, no un higienista. La diferencia radical entre ambos, más allá de las evidentes, es que la higiene dental es un tratamiento preventivo, mientras que el raspado es directamente un tratamiento al uso, es decir, aquel que se utiliza para combatir una condición que ya existe.
La razón para compararlos es que el objetivo de ambos es eliminar el sarro y la placa, con la excepción de que los curetajes la eliminan de la encía y la raíz del diente, una vez que estos ya se han visto afectados. Se realiza bajo anestesia local debido a que se actúa en profundidad, lo que podría llegar a ser doloroso o molesto para el paciente. Gracias a un instrumental dental específico, se ‘raspa’ (de ahí el nombre) el sarro que se ha acumulado bajo la encía. Posteriormente, se realiza el alisado radicular, que ‘pule’ la raíz del diente para dejar la superficie completamente lisa y descontaminada.
Cirugía a colgajo
Llamada así en el argot, es la técnica quirúrgica menos invasiva que se puede realizar contra la periodontitis. En ella, el odontólogo, con el paciente anestesiado, realiza un corte en la encía, en la zona más cercana a la raíz del diente, de tal forma que pueda ‘levantar’ el tejido y acceder así a las bolsas periodontales más profundas y de difícil acceso. Requiere sutura y como cualquier cirugía tiene asociado un proceso posoperatorio.
Injerto de encía
El injerto de encías es una solución a una de las consecuencias concretas de la periodontitis, más que a la propia enfermedad como tal. Y es que, conforme esta enfermedad avanza, va provocando la pérdida del tejido blando que rodea al diente, lo que acaba llevando a la retracción de la encía.
Normalmente el injerto -o cirugía plástica periodontal- se realiza con tejido extraído del paladar u otra zona de las encías. Se extrae y se coloca en la zona que hay que volver a recubrir y se sutura.
Como cualquier cirugía que involucra sutura, el proceso posoperatorio posterior a la intervención requiere de cuidados especiales, entre ellos el uso de colutorios determinados.
Aunque hay más opciones, como la regeneración tisular guiada o los injertos de hueso, estos tratamientos ya dependen también del área de la implantología, ya que suelen realizarse con la intención expresa y concreta de colocar un implante.
Si sufres periodontitis y crees que puedes necesitar alguno de estos tratamientos