Hace unas semanas, tratamos un caso bastante interesante en la clínica y que despertó la curiosidad de nuestros seguidores. Se trataba de una bebé de apenas 2 meses de edad que había dejado de comer debido a que tenía un diente natal que le provocaba una herida.
Podéis ver el post aquí:
Pero, ¿por qué sucede todo eso?
Hablemos de la Úlcera de Riga-Fede
La úlcera de Riga-Fede es una lesión traumática de color usualmente blanquecino y bordes irregulares que aparece en la lengua, afectando sobre todo a niños menores de 2 años.
Esta lesión aparece debido al continuo roce entre la lengua y los dientes inferiores debido a que la mayoría de los recién nacidos tienen una mandíbula (o maxilar inferior) más pequeña y posterior (lo que se conoce como retrognatia mandibular) respecto al maxilar superior, por lo que para succionar y deglutir se va a adelantar. Esto provoca que la lengua realice varios movimientos, entre ellos el de extensión, que hace para poder cubrir la encía inferior y así presionar el pecho o la tetina hasta conseguir la leche.
Este es un movimiento completamente normal en neonatales, como decimos, y por el que, en principio, no ocurre nada fuera de lugar. Sin embargo:
¿Qué ocurre si hay un diente o está apareciendo?
Es cuando el bebé tiene algún diente cuando llega el problema. Existen dos tipos de piezas dentales que puede tener un bebé antes de los 6 meses, las natales y las neonatales. Las primeras son aquellas que están en la boca del bebé desde su nacimiento y las segundas aquellas que erupcionan en los primeros 30 días tras este.
Además, los incisivos son dientes cuya forma es perfecta para cortar los alimentos, y que además en el borde tienen muy marcados los mamelones para facilitar la erupción, eliminando así la encía de forma más eficaz para salir a boca.
Por eso, al sumar esta forma cortante con la forma de deglutir, el roce continuo del diente con la mucosa creará la úlcera. No es una lesión maligna, pero sí que es dolorosa, lo que provocará que los bebés dejen de alimentarse debido al dolor que les produce intentarlo.
¿Y cómo podemos tratarla?
El tratamiento dependerá de varios factores, pero suele ser habitual:
La extracción del diente
Cuando se trata de una pieza natal, es decir, que está en la boca desde el nacimiento, y además tiene movilidad o incluso se trata de un supernumerario, es decir, un diente ‘extra’ con forma conoide habitualmente que no es ‘necesario’ en la boca, la solución pasa por una simple extracción.
Si presenta movilidad, se hace de forma preventiva, para evitar que el bebé pueda atragantarse o incluso ahogarse si el diente se desprende por sí mismo. Y si es un supernumerario, para evitar que obstaculice la erupción de los dientes temporales, que comenzará en torno a los 6 meses de edad.
Una ameloplastia
O dicho de una forma algo más prosaica, ‘limar los bordes’. Es la opción ideal cuando los responsables de la lesión son dientes temporales que no queremos extraer, porque el bebé los necesitará más adelante, cuando comience a masticar. Al redondearlos aliviamos la zona cortante y conseguimos la curación total de la úlcera.
Si no es suficiente, podemos cubrir dichos dientes con composite o ionómero, fabricando así una forma más redondeada cuyo roce con la mucosa no sea lesivo.
En caso de que ninguna de estas alternativas consiga hacer desaparecer la lesión, se procedería a la extracción, pero no es la opción ideal en ningún caso.