Conocida por nuestro equipo coloquialmente como ‘el área’ a secas, es una de las zonas más importantes de toda clínica dental, ya que el proceso de esterilización de material es crítico y fundamental en cualquier entorno médico. Hablamos del área de esterilización y hoy queremos contaros de forma breve y sencilla como funciona.
Lo primero sería destacar su importancia. Como en cualquier consulta, el material utilizado entra en contacto con el paciente, por lo que es necesario un riguroso proceso de esterilización que asegure que puede volver a usarse, no solo por motivos meramente higiénicos, que evidentemente también, máxime en odontología, si no también médicos, para evitar contagios entre pacientes.
Para ello es necesario que el área designada para la esterilización sea una zona designada y dedicada en exclusiva a esta tarea. Debe estar separada tanto de las áreas de tratamiento como de consulta (y evidentemente de las destinadas al público o al personal administrativo) y diseñada de manera que se minimicen los riesgos de contaminación.
¿Y cómo es ese proceso de esterilizado?
Al finalizar una cita el material que se ha utilizado se aísla para que no entre en contacto con nada, evitando así contaminación cruzada entre material. Se lleva al área de esterilización y se introduce en el lavavajillas industrial, donde comienza su ciclo. Este lavavajillas industrial (SMEG) especial utiliza diferentes productos químicos diseñados especialmente para desinfectar material médico y, además, alcanza altas temperaturas, lo que facilita la más completa higienización ante cualquier tipo de resto biológico en el instrumental.
Cuando este ciclo concluye, el personal especializado y formado se ocupa de sacar el instrumental y secarlo de forma manual, uno a uno, siguiendo un riguroso protocolo de higiene. Durante este proceso se van embolsando. Y aquí viene el siguiente paso.
El embolsado se utiliza para proteger al material y garantizar su esterilización durante el proceso de funcionamiento del autoclave. El autoclave es una máquina que permite la entrada o generación de vapor de agua pero restringe su salida, lo que le permite obtener una presión interna de 103 kPa por encima de la presión atmosférica que se registre en el exterior, algo que permite a este vapor de agua alcanzar temperaturas muy elevadas. Por ejemplo, el que usamos en Vélez & Lozano, habitual de las clínicas dentales, alcanza nada menos que los 134 grados Celsius de temperatura.
Gracias a los avances tecnológicos, estas bolsas vienen provistas de un indicador especial que vira de color cuando el proceso se ha realizado correctamente, por lo que puede volver a introducirse en el autoclave si algo no ha salido bien, lo cual no es nada habitual.
Esto, evidentemente, es algo que no todos los materiales pueden soportar, ni tan siquiera protegidos en las bolsas especiales, debido a la naturaleza del propio instrumental (por ejemplo porque es plástico y se derritiría). Ese tipo de materiales pasan por otro proceso: primero un vibrado de ultrasonidos que elimina los restos (es decir, ‘limpia’) y posteriormente son sumergidos durante un periodo de tiempo determinado en unos productos químicos que garantizan su esterilización.
Además, recalcar que este proceso de vibrado lo pasan también otros materiales que sí que pueden entrar al autoclave pero necesitan un proceso de higienización más profundo debido a la propia naturaleza de su uso (por ejemplo, material que se utiliza en cirugías).