La gran mayoría de los padres que vemos en consulta aseguran que sus hijos “ya se cepillan solos”, y casi siempre que les preguntamos el por qué, la respuesta es un motivo equivocado. En ocasiones es porque “no tenemos tiempo” para dedicarle ese momento a la salud bucodental de nuestos hijos, y otras veces es porque ellos no les dejan siquiera.
Sin embargo, es imprescindible que supervisemos su cepillado al menos hasta los 8 años. Son niños, y muchas veces la falta de ganas, el sueño, la prisa por hacer otras actividades o siemplemente la falta de atención o habilidad hacen que su cepillado sea rápido y de mala calidad.
Por eso, cuando acuden a la clínica dental a una revisión, además contar con muchos otros factores como la nutrición, muchos padres se llevan las manos a la cabeza cuando ven que sus hijos tienen caries o los resultados que arroja el revelador de placa.
Es difícil en plena infancia desarrollar el sentido de la obligación hacia la salud dental o entender que un acto como el del correcto cepillado dental es el mejor método a su alcance para evitar la aparición de caries, y que estas caries, en caso de que lleguen a aparecer, no solo son muy dolorosas si no que pueden comprometer su salud dental a varios niveles y afectar a su etapa adulta.
Por eso, al igual que tenemos por costumbre como padres el ayudar con los deberes, debemos tomar la costumbre también de ayudar en el cepillado. No es necesario hacerlo las tres veces que debe cepillarse los dientes al día, si no que con hacerlo con el nocturno, que es el más importante, sería suficiente. Una buena forma de integrarlo en nuestra rutina es que toda la familia se los cepille a la vez, si podemos cuadrar nuestras horas de la cena.
Hay que asegurarse también de que se pasan el arco dental para retirar la comida que queda entre diente y diente, y de que se cepillan durante dos minutos, limpiando la zona de encía y dientes para que el flúor que aporta la pasta pueda remineralizar la zona interdental.
Posteriormente, debemos de cepillar haciendo hincapié en los molares superiores y posteriores, donde ellos no suelen llegar, y repasando el cepillado por la encía de todas las zonas. Recordad que si en el proceso de repasar el cepillado aparece un leve sangrado en alguna zona, no es porque le estéis haciendo daño o cepillando demasiado fuerte, sino porque si la encía está sucia se inflama y sangra, por lo que ese sangrado nos indica que no se está cepillando bien en esa zona. Si se queja de molestias, debemos pasar el cepillo con movimiento de barrido o circular muy lentamente, pero el sangrado no desaparecerá hasta que no se cepille bien los días posteriores.
Además, podemos usar reveladores de placa, de venta en la mayoría de farmacias, y usarlos como una especie de juego divertido para averiguar si se está cepillando no bien los dientes. Esta técnica tiene la ventaja añadida de que nuestro hijo o hija puede ver por sí mismo que no se está cepillando de forma correcta en alguna zona e intentar corregirlo por sí mismo o con nuestra ayuda, haciéndole partícipe en todo momento del cuidado de su salud dental.