Te contamos las claves del bruxismo infantil, y cómo atajarlo.
Seguro que alguna vez has oído hablar del bruxismo y de cómo rechinar los dientes puede acabar siendo algo tremendamente devastador para nuestros dientes.
Y aunque habitualmente es un trastorno que se asocia a los adultos, lo cierto es que también se da en los niños.
Sin embargo, el bruxismo infantil no se considera una patología, sino que tiende a desaparecer al llegar a la adolescencia.
Qué es el bruxismo infantil
Se considera que debe haber un desgaste o atrición fisiológica normal de las piezas temporales entre los 3 y los 5 años, para permitir el crecimiento y desarrollo de los maxilares.
Considerando además que la prevalencia de bruxismo disminuye con la edad en todas las investigaciones alrededor de los 9 a los 10 años.
El bruxismo se caracteriza por apretar los dientes, especialmente durante la noche pero también de día, y es una forma natural de estimular la dentición y favorecer la formación ósea y muscular de la cara.
El hábito disminuirá con la aparición de los incisivos y muelas permanentes, coincidiendo con la entrada a la adolescencia.
Ahora bien, si no lo hace y el hábito se mantiene en el tiempo, cabe la posibilidad de que el pequeño tenga algún otro problema.
Entre los más frecuentes se encuentran los dolores en los músculos de la cara, las migrañas, dolores en el oído y desgaste de las piezas.
En estos casos conviene acudir inmediatamente al odontopediatra para que determine que tras este bruxismo no se encuentra ninguna causa psicológica o física.
Posibles causas
Además del proceso de dentición, y como comentábamos, existen algunas razones de tipo emocional por las que nuestro hijo puede estar rechinando los dientes.
El estrés es una de las más habituales y está relacionada con una carga de trabajo excesiva en el colegio, la separación de los padres, un posible bullying, mudanzas, hiperactividad, el nacimiento de un hermano, y otros cambios en su vida. Las alteraciones del sueño también influyen.
Respecto a otros motivos físicos, encontramos la maloclusión fruto, por ejemplo, de unos dientes mal alineados que les impiden cerrar correctamente la mandíbula; los parásitos intestinales. En este último caso, no obstante, se trata de episodios transitorios.
Diagnóstico y soluciones
Para diagnosticar el bruxismo infantil deberemos tener en cuenta las situaciones comentadas, es decir, si el niño se encuentra en una situación (física o mental) que le esté causando ansiedad; y también si el bruxismo se da de manera ocasional o permanente.
El odontopediatra, así mismo, tendrá que valorar los daños desde el punto de vista no solo de los dientes, sino también de la tensión muscular y similar.
En Velez y Lozano tenemos una excelente solución que consiste utilizar una férula de gel llamada Aqualizer.
Esta férula ayudará al pequeño a paliar los daños durante la noche. No obstante, la idea es lograr que se relaje, por lo que no estaría de más trabajar con terapias antiestrés o similares.
También se recomienda la fisioterapia en los casos más severos para reducir la tensión de la musculatura y bucodental.
Qué podemos hacer en casa
Y puesto que la idea es que nuestro hijo se relaje, podemos poner en marcha una serie de trucos antes de irnos a la cama.
Un baño caliente, tomar un vasito de leche caliente (después deberá lavarse los dientes), leer un cuento, y escuchar música relajante le ayudarán a calmarse.
Trata de dejar a un lado los dispositivos y pantallas al menos las dos horas previas, y evita que se vaya a dormir preocupado o enfadado.
Darle un pequeño masaje (jugad a hacer dibujitos en la espalda, por ejemplo), evitar las cenas pesadas y el azúcar a partir de las cinco de la tarde, así como animarle para que haga deporte durante el día son otros consejos que os resultarán de gran ayuda.