Turquía se ha ido convirtiendo, poco a poco en los últimos años, en la cuna de los tratamientos estéticos, gracias a los servicios ‘low cost’ que ofrecen. Esta ‘moda’ comenzó hace algunos años con los injertos capilares, cuando se popularizaron debido a sus precios más atractivos que los que se podían encontrar en España y sus ‘packs’ completos que incluían hotel y viaje.
Turquía es un país en el que el estado subvenciona el 40% del Turismo de Salud, por eso puede ofrecer esos precios más bajos. Sin embargo, como explican muchos expertos, recibir esta subvención requiere pasar unos estrictos controles anuales por parte del gobierno que no todos pasan. El problema viene cuando una clínica no pasa dichos controles, pierde la subvención y baja drásticamente los precios para poder competir con el resto de oferta de su país.
Ahí es donde comienza la ‘pesadilla’ de muchos, que por falta de información, problemas relacionados con el idioma y otro tipo de confusiones y engaños, acaban sometiéndose a tratamientos que lejos de cumplir con los estándares de seguridad, salubridad y control, acaban generando complicaciones de diversa índole, algunas verdaderamente graves.
En el caso del sector de la estética dental, ya estamos comenzando a recibir en las clínicas dentales de España a pacientes que han sufrido en sus propias bocas estas complicaciones. Sensibilidad extrema, tallados dentales muy agresivos en dientes perfectamente sanos, descementación, abscesos por infección, inflamación de la encía por desajuste de las carillas o coronas, dificultad para masticar y comer con normalidad…son solo algunas de la larga lista.
La tendencia actual en lo que respecta a la odontología, también a su rama estética, es la de intentar ser cada vez más conservadores con los pacientes en todos los tratamientos. Por ejemplo, los tallados para la cementación de carillas cerámicas en España, y en gran parte del mundo, son hoy en día mínimos, encontrándose entre 0’3 y 1 milímetro dependiendo del caso concreto.
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En alguna ocasión, como se ha visto en vídeos de redes sociales, alguna clínica turca ha vendido y ofrecido como tratamiento de carillas lo que más tarde se ha tratado de coronas dentales, mucho más invasivas y menos conservadoras. Estos tallados tan agresivos en los que se elimina totalmente el esmalte y se expone la dentina -a veces incluso la pulpa-, son inexplicables desde el punto de vista de la ética odontológica, porque condena a dientes sanos (y en muchos casos jóvenes) para siempre.
El problema de lo que en parte de América Latina se conoce como ‘hacerse los dientes’, pues esta práctica de usar coronas en lugar de carillas también está extendida en estos países, es, además del ‘mutilar’ innecesariamente a dientes sanos que no tenían ningún problema más allá del gusto estético de quien se somete a estos tratamientos, es que este tallado puede generar problemas permanentes de salud en algunas piezas dentales.
Por ejemplo, pueden provocar una sensibilidad que en algunos casos llegue a ser permanente, algo que condenaría a esos dientes a una endodoncia. Básicamente, estaríamos vaciando de pulpa, y por tanto de ‘vida’, a dientes perfectamente sanos. Para entender estos conceptos, comparemos el tallado agresivo al que nos referimos con uno de los que se realiza en Europa:
Como se puede apreciar, los dientes han perdido el esmalte y la dentina está expuesta.
Un tallado realizado en la clínica, conservador y sin exponer dentina.
La diferencia entre ambos tallados es bastante apreciable aún sin conocimientos de odontología. El problema es cuando la gente, desinformada, cree que ha contratado un servicio de carillas, y en realidad se le realiza este tallado para coronas, algunas veces por culpa de la falta de entendimiento entre las agencias en las que se contratan estos servicios y otras porque la falta de conocimientos odontológicos les impide conocer las diferencias entre ambas.
Por eso es importante acudir a una clínica cualificada, donde nos atiendan profesionales a los que podamos comprender y nos expliquen todos los procedimientos a los que nos vamos a someter, en cualquier área relacionada con la Salud. Es esto, sobre todo, lo que lleva a los odontólogos europeos a advertir sobre este tipo de prácticas. Es una forma de proceder que deontológicamente no se concibe para nosotros.
Si un paciente nos pidiese que le tallásemos un diente sano solo por estética, nos negaríamos, al igual que un cirujano jamás mutilaría a un paciente solo porque sea su deseo.
Otro punto a destacar como diferencia es el postoperatorio. Puede que las carillas sean un tratamiento mínimamente invasivo, pero eso no quita no requieran revisión después, y así es como procedemos en la mayoría de países de la zona euro. Imaginaos entonces la importancia de las revisiones tras la colocación de 24 coronas con un tallado tan agresivo.
Debido a esto, se producen tantos casos de inflamaciones, abscesos, infecciones y otras complicaciones derivadas de estas intervenciones.
Todos estos puntos deberían convencernos de que es mejor someterse a un tratamiento aquí, en España, que en Turquía, donde la única ventaja es el precio. Si te has planteado viajar ahí para someterte a uno de estos tratamientos, te recomendamos encarecidamente no hacerlo, sobre todo por temas de estética. Es mejor aceptarse a uno mismo (o ahorrar) que someterse a estos riesgos.