Existen multitud de teorías acerca de cómo debe ser y donde se esconde el verdadero canon que deslumbra a todos cuando sonreímos, pero, ¿es cierto todo lo que nos cuentan?. Esta semana, desde el blog de la clínica Vélez & Lozano, haremos un repaso por algunas de las proporciones que se esperan en una sonrisa de revista.
La proporción áurea
En la eterna búsqueda para lograr una estética perfecta numerosos autores han tratado de emplear proporciones geométricas e intrincados cálculos matemáticos. Una vieja conocida en otros ámbitos de la geometría médica es la llamada proporción áurea. Empleada en la Antigüedad en la construcción de multitud de edificios, como las Pirámides de Egipto, fue rescatada durante el Renacimiento, cuando la literatura de la época con Leonardo da Vinci a la cabeza, atribuyeron a la proporción el poder de provocar emociones estéticas al percibirse. Una especie de simetría asimétrica natural, con el número phi de fondo.
Desde aquel momento se la ha buscado en multitud de ámbitos con diferentes resultados. La sonrisa humana ha sido durante los últimos 40 años motivo de discusión en este sentido, desde que los odontólogos Lombardi y Levin abriesen este campo de estudio en los años setenta. Lo cierto es que son muy pocas las personas que cumplen de forma natural las estrictas medidas de la sonrisa áurea, lo que ha sido motivo de crítica, por considerarla poco natural.
La teoría de la proporción RED
Una de las más recientes teorías a este respecto pretende bajar las exigencias de la proporción áurea a la realidad, es decir, al cuerpo de cada paciente concreto. Para lograrlo, se trata de adaptar la sonrisa en función de parámetros personales, como su estructura ósea, o su físico general. De este modo, la naturalidad de la sonrisa pasa a jugar un papel importante, algo fundamental, sobre todo cuando se trata del tamaño de las piezas dentales.
Al contrario que a menudo ocurre con la proporción áurea la Red proporción no está fijada de una vez para siempre, sino que permite aplicarse en cada caso concreto de formas diferentes, dando más libertad al odontólogo para elaborar una sonrisa que encaje con la persona que la lucirá.
Una sonrisa de revista
Como bien sabemos los cánones de belleza no siempre están fijados siguiendo parámetros racionales o proporciones matemáticas. En lo que llamamos belleza también juegan un papel importantísimo mundos como el de la moda, con la fotografía de revista en un puesto relevante en la formación de la concepción cultural de lo ‘bello’.
Vogue o Vanity Fair, entre otras, tienen parámetros estrictos a la hora de colocar una sonrisa en portada, y sí, lo que buscan tiene mucho que ver con lo que consideramos una sonrisa perfecta.
Al margen de Photoshop, algunos apuntes al respecto revelan que la sonrisa que buscan las principales revistas tiene los siguientes rasgos: unos labios simétricos y una anchura de la boca que no suele superar la mitad de la cara. Cuando se muestran encías al sonreír, sólo deben verse las superiores, que deben lucir perfectamente sanas y no mostrarse más de unos 2-3 mm bajo la línea del labio. Por supuesto, los dientes no deben tener rastro de modificación, carillas o restauraciones. Además, los incisivos superiores deben predominar sin apenas mostrarse los dientes inferiores, que deben quedar cubiertos por los superiores. Por último, el blanco debe ser natural pero inmaculado.
¿Y la personalidad?
Muchos opinan que una sonrisa perfecta va mucho más allá del frío cálculo bio-métrico, y que los mejores odontólogos son aquellos capaces de añadir a una sonrisa, no sólo los rasgos físicos de su dueño, sino su personalidad misma. Un proceso muy especial, el de la búsqueda de la belleza, que normalmente acaba estando más relacionado con sentirnos bien con nosotros mismos, que con lucir a gusto de todos.