En muchas ocasionas, tras perder un diente, decidimos no reponerlo, o al menos esperar para hacerlo. Es algo que vemos de forma bastante común en la clínica. Puede ser por múltiples razones, pero normalmente suelen ser tres:
- Creemos que no va a ser necesario reponer el diente
- Por miedo a la intervención
- Porque no es el mejor momento económicante hablando para hacerlo
En realidad, nos equivocamos en las tres ocasiones: al final el diente ejercía un papel fundamental en nuestra masticación o como soporte y anclaje para el resto de nuestra dentadura; nos informamos sobre las diferentes opciones que tenemos para la intervención; y de que cuanto más tiempo pase más complicada será la intervención y, por tanto, más costosa. Es entonces cuando nos decidimos a sustituir nuestro diente perdido por un implante dental, la mejor opción disponible actualmente para ello. Sin embargo, cuando nos realizan el estudio en la clínica dental, nos informan de que en la radiografía 3D se aprecia que la cantidad de hueso que teníamos disponible en la zona ha mermado y ya no basta para sujetar un implante.
Y es que desde el momento en que perdemos el órgano del diente comenzamos a perder masa ósea, porque a su vez ésta pierde su función, que es hacer de soporte a la pieza dental. De hecho esta pérdida llega a un 50% en los dos primeros años de la pérdida del diente, hecho por el que siempre recomendamos reponer un diente lo antes posible tras una extracción dental. “¿Y qué opciones tengo entonces?”, te preguntarás. Pues no solo tienes opciones, si no que en realidad es bastante habitual recurrir a ellas. Nos referimos al injerto de hueso o elevación de seno.
Una elevación de seno es una intervención de cirugía oral que persigue precisamente eso, aumentar la masa ósea disponible en una zona concreta para poder colocar un implante con seguridad. Dicho de una forma algo llana, pero visual, sería como ‘rellenar’ el soporte donde vamos a fijar el pilar del implante, lo que aumentará notablemente su tasa de éxito.
Esto es posible debido a que el seno es una estructura aérea, es decir, hueca, que se encuentra a la altura de los molares y premolares tanto superiores (o maxilares) como inferiores (o mandibulares) y por tanto ‘rellenable’ como decimos. También es ‘vaciable’, y de hecho esa fue la primera etapa del procedimiento, ya que se utilizaba en sus inicios para limpiar el seno maxilar cuando existía sinusitis. Sin embargo, ahora se ha ampliado su uso al campo de la implantología dental. Existen dos técnicas principales que se utilizan para la elevación de seno.
1. Técnica Cadwell-Luc, usada cuando existe poco hueso
Mediante la aplicación de anestesia local insensibilizamos la zona a intervenir, aunque se puede complementar con técnicas de sedación consciente o intravenosa si la persona es muy aprensiva y así lo decide, y abrimos una incisión lateral que prolongamos hasta crear una ventana de acceso al interior del seno. Así conseguimos una mayor visión de la zona sobre la que vamos a trabajar. La parte complicada, claro, es la siguiente: en el suelo del seno se encuentra la membrana de Scheneider, que hay que levantar pero sin dañar ni rasgar para que sea posible añadir la sustancia que sustituye el hueso faltante. Es algo que requiere bastante pericia por su complejidad, por eso es tan importante que esta técnica la realicen solo implantólogos expertos con experiencia previa en su materia.
2. Técnica autramática, usada cuando tenemos más hueso disponible
Esta técnica nos permite colocar el implante en el mismo acto. Básicamente nos permite acceder al seno a través del mismo orificio con el que luego colocaremos el implante. Sería algo similar a abrir el orificio en el seno, ‘rellenar’ con hueso para que haya soporte y entonces colocar el pilar.
¿Y cómo es el ‘hueso’ que se injerta?
En ambas técnicas se rellena el suelo de la cavidad sinusal usando un hueso artificial compuesto fundamentalmente de hidroxiapatita de calcio, una sustancia completamente biocompatible y biodegradable que no genera problemas de incompatibilidad con el organismo. Se mezcla con el hueso real del paciente y se integra a la perfección.
Aunque la intervención es sencilla para el experto y se realiza con relativa frecuencia, es mejor no dar lugar a ella y reponer nuestros dientes perdidos lo antes posible, para no tener que recurrir a ella.