Un raspado dental es una técnica o tratamiento odontológico que se utiliza para frenar el avance de la periodontitis y estabilizar la enfermedad. Se trata de una ténica no quirúrgica y mínimamente invasiva en la que mediante la aplicación de anestesia local y con instrumentales específicos se limpian y desinfectan los depósitos bacterianos alojados en el interior de nuestras encías, los responsables del avance de la enfermedad.
Para entender este último punto, antes debemos comprender algunos conceptos. Primeramente, tenemos que explicar que la enfermedad periodontal es una de las patologías más frecuentes, junto con la caries, que se pueden dar en la cavidad oral. Ambas son provocadas por bacterias, pero existen diferencias.
La placa cariogénica (que provoca las caries) es la que procede de la metabolización de los azúcares alimentarios y afecta al esmalte, es decir, a los dientes, mientras que la placa periodontopatógena, cuya mayor o menor acumulación se puede deber a varios factores o a una mezcla de ellos, es la responsable de la enfermedad periodontal, que afecta a las estructuras de soporte de nuestros dientes: encías, ligamento periodontal y hueso.
Cuando hablamos de diversos factores nos referimos a que aunque una buena higiene dental en casa puede mantenerla a raya, ciertas predisposiciones genéticas o de anatomía dental pueden provocar que afecte más a unas personas que a otras.
La enfermedad periodontal, en su etapa inicial, cursa con inflamación, enrojecimiento y sangrado de encías. Esta fase se conoce como gingivitis y es reversible. Mediante una tartrectomía (es decir, una limpieza dental) y mantiendo unas adecuadas técnicas de higiene oral sostenidas en el tiempo no solo se ‘controlará’ la enfermedad, si no que se recuperará la completa salud de las encías sin que haya quedado ninguna secuela en las mismas.
Si no la abordamos en esta primera fase, la enfermedad evolucionará a periodontitis. Es en esta etapa cuando comienzan a destruirse los tejidos de soporte del diente, lo que puede dar lugar a la pérdida de una o varias piezas dentales si no se trata a tiempo y la dejamos avanzar.
Además, es en esta fase en la que se entra en un periodo de ‘irreversibilidad’ en las secuelas. Y es que el tejido destruido por la periodontitis no se puede regenerar ni recuperar de ninguna forma, aunque lleguemos a controlar la enfermedad, eso es todo lo que podemos hacer, mantenerla ‘a raya’, como ya explicamos en este artículo.
Aquí es donde entran en juego los raspados, ellos son ese tratamiento que nos ayuda a mantenerla a raya una vez llegados a ese punto. El tratamiento consiste en la eliminación del sarro acumulado en la parte interna de la encía a través de técnicas mecánicas, con instrumental ultrasónico y otros elementos como curetas, que permitan adaptarse al contorno de la raíz para arrancar con facilidad los depósitos bacterianos sin hacer daño a las encías.
Es decir, es una limpieza dental pero centrada en las encías y en las bolsas periodontales. Además, incluye un pulido y alisado de la superficie de la raíz con el fin de evitar que las bacterias vuelvan a acumularse en esa zona.
Una vez realizado el tratamiento el paciente debe acudir periódicamente a consulta para revisiones y controles y seguir las recomendaciones de higiene oral diarias para evitar rebrotes de la enfermedad.