Ahora que vamos a volver a reactivar nuestra querida campaña de blanqueamientos (que este año será desde el 15 de mayo al 15 de julio y de la que estoy seguro de que pronto os darán más detalles a través de la web y las redes), se me ha ocurrido que podemos abordar desde un punto de vista algo más científico y extenso algo que respondo bastante a menudo a los pacientes en el gabinete como dentista en Murcia.
Y es que, en determinadas ocasiones, muchos pacientes que se han decidido por el blanqueamiento dental para mejorar la estética de su sonrisa, ya que el color es una parte muy importante de lo que percibimos como una sonrisa bonita y saludable y el blanqueamiento es un tratamiento 100% seguro y efectivo, se cuestionan y preguntan si acaso no sería suficiente con el blanqueamiento clínico.
En realidad, lo entiendo. Es mejor tumbarse en el sillón del gabinete durante los tres ciclos necesarios, que al final apenas llegan a ser algo más de una hora, que aplicarse el producto en casa con las férulas necesarias durante semanas. Es una cuestión de practicidad, tiempo y, por qué no reconocerlo, pereza. Es normal que nos de cierta pereza ese proceso y, por eso, los pacientes se preguntan:
¿Pero el verdaderamente efectivo es el de aquí, el de clínica, verdad?
Pues no, la verdad. Lo cual no quiere decir que el efectivo sea el ambulatorio, tampoco, y que debamos dejar de usar el de clínica. En realidad por eso, tanto si se trata de un blanqueamiento dental aislado como si es parte de otro tratamiento más largo y complejo, como quizá unas carillas cerámicas, solemos mandar al paciente un blanqueamiento dental combinado, porque es la combinación de los dos la que provoca el efecto deseado.
Y los pacientes vuelven a preguntar y a insistir, y yo realmente lo entiendo, pero más me gustaría a mí dar la cita de colocación de carillas antes, que es el gran momento estrella del tratamiento, pero las cosas tienen su proceso, que es el siguiente:
El blanqueamiento dental en clínica es el que supone un ‘punch’ de efecto estético para el paciente, porque se ve el diente bastante más blanco en tan solo una visita. Sin embargo, ese efecto se produce, en parte, porque el diente está deshidratado y su poro muy abierto, pero de manera natural se cerrará, se rehidratará y ese blanco perderá intensidad, lo que provocará que el paciente los note menos…’relucientes’, por decirlo de una forma que me entendáis. La explicación científica es algo más compleja, pero estoy seguro de que así se entiende.
Por eso es necesario recurrir al blanqueamiento dental ambulatorio, sobre todo aprovechando esa ventana de oportunidad que ofrece el poro abierto, lo que provoca que el perióxido de carbamida que aplicamos en menor intensidad y proporción pero durante muchas más horas, haga su efecto y provoque que ese blanco se estabilice en el medio plazo.
De otra manera, si solo recurrimos al de clínica, una vez que el diente vuelva a hidratarse y sus poros a cerrarse, podríamos sentir que el efecto de los blanqueamientos no es el deseado y que hay que repetirlos cada poco tiempo, cuando en realidad si hubiésemos seguido de forma correcta el proceso, hubiésemos conseguido un color mucho más duradero. Y por otro lado, si solo nos aplicamos el de casa, quizá no consigamos ese efecto que esperamos porque no hemos preparado el diente con antelación.
Otra cosa es los llamados ‘recordatorios’. Es decir, un paciente que se hizo un blanqueamiento hace uno o dos años y desea volver a blanquearse el diente, pero como ya lo tiene bastante más blanco que la primera vez que lo hizo, con aplicarse solo unas jeringas en casa será suficiente para volver a lograr el color que desea. Por eso siempre insistimos en que no se tiren las férulas.
Por tanto, la respuesta a la pregunta que da título al blog es: los dos.