El pH y su relación con la salud bucodental

La semana pasada publicamos en nuestro canal de YouTube un experimento en el que nuestra compañera Marina Millán medía, sirviéndose de unas tiras reactivas especiales, el pH de diferentes líquidos. El objetivo era el de averiguar el nivel de acidez de los mismos, y conocer así cuáles son más perjudiciales para el esmalte. En una relación de causalidad algo básica que luego explicaremos en mayor profundidad, a mayor acidez, más perjudicial para nuestra salud bucodental. 

Sin entrar en profundidad en la complejidad que rodea al pH desde el punto de vista de la química, baste saber que hace ya más de un siglo el químico Søren Peter Lauritz creó lo que hoy conocemos como la escala de pH, que oscila en valores de 1 a 14 y según la cual una sustancia neutra debería arrojar un resultado de 7. Todo lo que está por debajo se considera ácido y todo lo que esté por encima se considera alcalino. 

Durante el experimento realizado en nuestra clínica dental en Murcia, no se produjo ninguna sorpresa, demostrando que los líquidos que arrojaban unos resultados más bajos eran las bebidas azucaradas o el limón, lo que, por tanto, los hacía más perjudiciales para el esmalte. 

El pH es importante para nuestra salud bucodental porque se relaciona de forma directa con una sustancia de la que dependemos en profunda medida: nuestra saliva. Sobre ello ya hablamos largo y tendido en una entrada en nuestro blog este pasado mes de junio, pero podríamos resumir sus importantes propiedades beneficiosas en que diluye y neutraliza los azúcares de los alimentos, tiene la capacidad de amortiguar las variaciones del pH, y, una de las más importantes, contiene propiedades defensivas y acción antimicrobiana. 

El rango habitual de la saliva oscila entre el 5,6 y el 7,9 de acuerdo con el International Journal of Drug Testing. Si rompemos este equilibrio, aumentan las posibilidades de desarrollar caries dental y erosión en el esmalte, y ahí entran en juego los alimentos y líquidos ácidos. Estos bajan el pH de nuestra boca, lo que provoca que al cepillarnos después de comer, podamos rallar el esmalte. 

Para prevenir esto, Marina también nos dio un consejo esta misma semana a raíz del vídeo:

Conviene aclarar un par de puntos al respecto. Primeramente, aunque hay mucha confusión al respecto, las bebidas carbonatadas como los refrescos de cola a los que hacemos alusión en el vídeo no son perjudiciales para la salud bucodental solamente por su contenido en azúcar, si no también por su uso del gas carbónico, que es una sustancia ácida que hará descender el pH de nuestra boca. Por eso, hay que limitar al mínimo, incluso eliminar, el consumo de refrescos de todo tipo, no solo de aquellos que contengan azúcar. 

Alimentos como el limón o el vinagre son sanos y recomendables, y además suelen ir mezclados con otros alimentos, por lo que el pH se compensa un poco. Lo que sí conviene es no abusar de ellos y, sobre todo, no caer en falsos mitos que la ciencia ha demostrado ya en decenas de ocasiones que no aportan ningún beneficio al cuerpo, como el del vaso de limón en ayunas, cuyo único efecto sobre el organismo pasa más perjudicar a nuestro esmalte y dentina, como bien explicó en este hilo de Twitter el dietista Julio Basulto. 

La solución pasa, como bien expresa nuestra compañera en el vídeo, por simplemente dejar pasar 20 minutos para cepillarnos, y así el pH de nuestra boca se habrá vuelto a regular. 

De no cepillarse inmediatamente después de comer también os hablábamos con anterioridad en esta entrada de nuestro blog.

Y para más información sobre el pH y su relación con nuestra salud bucodental, podéis consultar este vídeo del Dr. Diego Saura:

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